BYD, el gigante chino de vehículos eléctricos, está construyendo en Zhengzhou lo que será la mayor planta de producción automotriz del mundo, con dimensiones que superan a ciudades enteras como San Francisco y una población trabajadora mayor que Málaga.
Este megaproyecto no solo redefine el concepto de fábricas automotrices, sino que representa un desafío directo a la industria europea y mundial, exponiendo las tensiones comerciales y las profundas asimetrías en la competencia global.
La megafábrica que desafía toda escala conocida
BYD (Beyond Your Dreams) está desarrollando en la ciudad china de Zhengzhou una instalación industrial sin precedentes, con una superficie total proyectada de 130 kilómetros cuadrados una vez completadas sus ocho fases de expansión.
Este complejo industrial no solo destaca por su extensión física, sino también por su ambiciosa capacidad productiva. Inicialmente, la planta fabricará un millón de coches eléctricos al año, volumen que permitiría a BYD ascender entre los tres principales fabricantes de automóviles del mundo. La magnitud del proyecto queda también reflejada en su escala humana: la fábrica generará más de un millón de puestos de trabajo cuando esté a pleno rendimiento, y actualmente ya emplea a 60.000 trabajadores, muchos de los cuales residen en las propias instalaciones.
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Más allá de una fábrica: la ciudad BYD
Lo que hace verdaderamente extraordinario este proyecto es que trasciende el concepto convencional de planta industrial para convertirse en una auténtica ciudad autónoma. El complejo incluye edificios residenciales para los trabajadores, escuelas, instalaciones deportivas (incluyendo un campo de fútbol y pistas de tenis), e incluso una pista de esquí cubierta. Esta infraestructura completa está interconectada por una red interna de carreteras, creando un ecosistema urbano-industrial autosuficiente.
Este modelo evoca a Wolfsburgo, la ciudad alemana fundada en 1938 para acoger la producción de Volkswagen, que pasó de ser un pequeño pueblo a convertirse en la quinta ciudad más importante de Alemania. Sin embargo, mientras Wolfsburgo tardó 80 años en desarrollarse, BYD está construyendo su ciudad-fábrica a un ritmo acelerado. Esta concepción integral del espacio productivo y residencial representa una visión futurista de cómo la producción y la vida laboral y personal pueden integrarse en un mismo entorno.
El contexto global: China domina la producción automotriz mundial
La construcción de esta megafábrica se enmarca en el liderazgo global que China ha asumido en la producción automotriz. En 2023, casi la mitad de los 70 millones de turismos fabricados en el mundo salieron de plantas chinas, frente a los 13 millones producidos en toda la Unión Europea y los 10 millones de Estados Unidos. Este dominio es aún más pronunciado en el segmento de vehículos eléctricos, donde China ostenta el título de mayor mercado mundial desde 2015.
BYD, fundada en 2003, ha emergido como un actor principal en este escenario, vendiendo más de 3 millones de vehículos en 2023. La compañía, que cuenta con más de 900.000 empleados en todo el mundo, se especializa en la producción de coches eléctricos e híbridos, con una tecnología propia de baterías llamada Blade que está considerada entre las mejores del mundo.
La competencia “desigual” entre China y Europa
La expansión de BYD y otras marcas chinas en el mercado global ha encendido alarmas en Europa sobre lo que muchos consideran una competencia en condiciones desiguales. Según diversas fuentes, el gobierno chino permite que sus fabricantes tengan electricidad gratuita y mano de obra a precio reducido, lo que hace prácticamente imposible que un coche fabricado en Europa pueda competir en precio. El CEO de Ford, Jim Farlay, declaró sentirse “intimidado” tras un viaje a China donde vio coches eléctricos por menos de 10.000 euros.
La cuota de mercado de los vehículos eléctricos chinos en la Unión Europea ha aumentado significativamente, pasando del 0,5% en 2019 al 8,2% en 2023. Esta creciente presencia ha llevado a la UE a imponer, desde julio de 2024, aranceles adicionales a los coches eléctricos chinos, que pueden llegar hasta el 45,3% sumando el arancel base del 10%. Específicamente, BYD enfrenta un arancel del 17,4%, mientras que otros fabricantes como SAIC (propietaria de MG) se enfrentan a tasas de hasta el 35,3%.
Implicaciones para la industria europea y la transición energética
La industria automotriz es un sector vital para la economía europea, generando un superávit comercial de 101.900 millones de euros y empleando directa o indirectamente a 13,8 millones de personas, lo que representa el 6,1% de todos los empleos de la UE. La creciente competencia china plantea serios desafíos para este sector, especialmente en un contexto donde la UE ha establecido el ambicioso objetivo de prohibir la venta de vehículos con motores de combustión interna a partir de 2035.
Esta transición hacia la movilidad eléctrica sitúa a Europa en una carrera contrarreloj para desarrollar una industria competitiva de vehículos eléctricos, mientras China ya cuenta con una cadena de suministro altamente integrada y una capacidad productiva masiva, como ejemplifica la nueva fábrica de BYD.
Desafíos y controversias más allá de la competencia comercial
La expansión internacional de BYD no está exenta de controversias. En Brasil, autoridades descubrieron recientemente condiciones laborales “similares a la esclavitud” en las obras de una nueva fábrica de la compañía, donde trabajadores chinos vivían en condiciones precarias y se les retenía parte de su salario y sus pasaportes. Estos incidentes plantean interrogantes sobre las prácticas laborales de algunas empresas chinas en su expansión global.
A pesar de estas controversias, BYD continúa su expansión en múltiples mercados. En México, la compañía está en las últimas etapas de negociación para construir una planta que creará aproximadamente 10.000 empleos, consolidando su posición como uno de los mayores fabricantes de automóviles en ese país.
Conclusión: Redefiniendo el futuro de la industria automotriz global
La megafábrica de BYD en Zhengzhou representa mucho más que un simple proyecto industrial; simboliza una nueva era en la producción automotriz global y expone las profundas transformaciones y tensiones que la transición hacia la movilidad eléctrica está generando en la industria. El modelo de ciudad-fábrica que BYD está desarrollando podría establecer un nuevo estándar para la integración de producción, innovación y vida comunitaria.
Para Europa, la creciente dominancia china en el sector automotriz plantea cuestiones fundamentales sobre la efectividad de medidas proteccionistas como los aranceles frente a políticas industriales más activas. El futuro de la industria automotriz europea dependerá en gran medida de su capacidad para adaptarse rápidamente a un panorama competitivo radicalmente transformado por el auge de los vehículos eléctricos y la emergencia de nuevos actores globales como BYD.
Mientras las fábricas europeas luchan por transformarse, en China ya está operando lo que será la mayor planta automotriz jamás construida, marcando un antes y un después en la historia de la industria del automóvil global.